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viernes, 30 de septiembre de 2016

Libros, rock and roll y asociaciones extrañas

Si me seguís un poco, ya sabéis que me encantan los libros y la música. Quizá no sepáis que una de las cosas que me gustan es el estudio del sistema nervioso, sobre todo las conexiones neuronales y diferentes anomalías cuyo estudio ayuda a comprender un poco como funcionan estos órganos pensantes. Y más allá, me gusta pensar sobre el pensamiento, tanto la filosofía como el propio proceso.

Pero hoy no os voy a hablar de células, ni neuronales ni de la glía, ni de neurotransmisores o conexiones eléctricas; sino de que mi cerebro debe hacer unas conexiones un tanto extrañas. Voy a exponer y a reirme un poco de mis locuras.  No hablo de Déjà vu ni de Jamais vu sino que, casi desde que era niña, pero últimamente mucho más, me da por asociar canciones con novelas. Y esto sin que el grupo o cantante aparezca para nada en el libro. La letra tampoco tiene que ver con la trama o el mensaje del la obra literaria, normalmente.

Es algo que sale solo, no lo busco ni lo acabo de comprender.  Podéis pensar que oigo esas canciones mientras leo o hojeo el libro, pero no es así. No escucho música mientras leo. Me encantan ambas aficiones, los libros y la música; pero debo concentrarme en una de ellas a la vez para poder disfrutarlas de verdad.

Y os voy a poner algunos ejemplos de esto, para mí tan curioso, que me pasa con las obras literarias y musicales. Hoy estaba escuchando 'La herida' de los Héroes del silencio  y me vino a la mente un libro que leí hace poco. Le encontré una explicación racional, la canción habla de dos amigos y el libro también, y habla de una herida y el protagonista está herido al inicio de la novela. Aunque luego, lo de "cúrame esta herida" me recordó a cierto pasaje concreto de la novela, más hacia al final. Se trata de 'El grito de los murciélagos' de Jesús Carnerero. Aún así, creo que la asociación entre canción y novela es bastante irracional.

Hace unos días estaba escuchando a Iván Ferreiro, 'Turnedo' en concreto, y vino a mi cabeza un fragmento de otro libro, que también habla de un amor o desamor y de una playa; pero poca más conexión racional hay entre ambas obras. Con Iván Ferreiro y 'Marafariña' no es la primera vez que me pasa. Curiosamente, ni este artista ni Los Piratas salen en la obra de Miriam Beizana Vigo (lo he comprobado) Lo que sí sale es alguna referencia a Los héroes del silencio, que es el grupo favorito de  Olga (una de las protagonistas) Yo asocio una canción : 'Entre dos tierras' con Ruth, mientras que 'Oración' me recuerda a Olga. Sin embargo, 'Senda' me recuerda más a Mario, aunque tal vez sea la canción que le pega más a toda la historia.  Pero estas conexiones son más lógicas, creo yo, y están influenciadas por el libro mismo. Y aquí de lo que trato de hablar (o divagar) es de asociaciones extrañas.  Sin embargo, en mi mente, 'Marafariña' está íntimamente ligada a una de mis canciones favoritas: 'El equilibrio es imposible', de Ferreiro. Si alguien encuentra alguna explicación con un mínimo de lógica para esta conexión, ruego que me la comente. Yo desde luego no la acabo de ver.

Siguiendo con asociaciones curiosas, 'Fuera fe mí' de Iguana Tango me recordó a la historia 'El próposito' y 'Prefiero morir ' a la de Luca y Claudia, que son dos de los relatos de ' Siete versos sueltos' de  Joana Arteaga. En general, suelo asociar canciones de Iguana tango con la obra de Joana Arteaga. Y no conozco los gustos musicales de la autora, solo sé que le gusta Muse porque algo leí de 'Juntos somos invencibles'. Así que no sé bien porqué, pero la conexión esta ahí, en algún lugar de mi encéfalo. Tal vez sea por el estilo, tal vez de nuevo, algo puramente irracional.

'Light my fire', de los míticos The Doors, me recuerda mucho al personaje de Vincent de Azul capitana, novela de María Fornet. Sin embargo, esta vez fue al revés, puesto que me venía la canción a la cabeza mientras leía el libro. Lo mismo me pasa con mi lectura actual, el personaje de David de 'El recodo de las hadas' de Deborah Heredia me evoca a 'Smell like teen spirit' de Nirvana. 'La bruma', una de mis últimas lecturas, la asocio con 'Riders on the storm', también de The Doors. 'En el punto de mira' de Arantxa Rufo también lo relaciono con Nirvana, sobre todo con 'About a girl' y 'Come as you are'. No me preguntéis el porqué, yo tampoco lo acabo de entender; pero es escuchar a Nirvana y recordar el libro.

Y ayer mismo, escuchando 'En busca del mago' de Love of Lesbian me vino a la cabeza 'Todas las horas mueren'.  Aquí ya salí a que me diese un poco el aire, porque la conexión me pareció irracional del todo. Tan irracional que no os voy a contar la milonga que se inventó mi cerebro para explicar algo que no tiene explicación ni relación real posible.


Concluyendo, el cerebro es maravilloso; pero a veces tiene unas cosas que nadie se explica; desde la lógica, al menos. Como trata de entenderlo todo, incluso a sí mismo, se inventa teorías locas para explicar sus locuras (al menos es lo que me pasa a mí, igual a vosotros no) Pero, antes de llegar a razonar e inventarse una explicación, la conexión ya está ahí. Hay algo que dispara todo ese proceso de razonamiento. Algo, en estas obras tan dispares, en lo que, tal vez,  sí hay coincidencia y es en las emociones que despertaron en mí. Esa interacción única entre oyente y canción y entre lector y libro sí fue similar en algo: en el plano emocional.  Tal vez, por eso estas asociaciones tan extrañas. Y lo que comparten es, en realidad, la similitud de la emoción que me producen las obras, por diferentes que sean entre sí. A lo mejor sí fue una especie de Déjà vu, después de todo ¿Quién sabe? Quizás solo sean misterios de una mente desamueblada.

                   

martes, 20 de septiembre de 2016

El grito de los murciélagos, de Jesús Carnerero


'El grito de los murciélagos, de Jesús Carnerero, es una de mis últimas lecturas. Un libro que devoré en unas pocas horas a pesar de su aparente complejidad. La obra ya solo por su título me atrajo. Si a esto le añadimos que se describe como las desventuras de un autor indie y que tiene un punto de novela negra,  era visto que tenía que leerla. Con esta novela, además, me pasó algo curioso, dos cosas en realidad.

La primera es que con este autor cometí una injusticia, no sé si grande o pequeña. Tuve durante meses una de sus obras, 'La bruma', en mi kindle sin leerla. Me había hecho con ella en una promoción que hizo el autor y que descubrí a través de las redes. Pero siempre me contactaba algún autor nuevo o descubría algún otro libro por mi cuenta y fui dejando de lado esta novela, sin olvidarla del todo, pero sin ponerme con ella. Y tengo que admitir que ahora mientras comienzo esta entrada todavía no la leí, pero pienso redimirme leyéndola pronto.

La segunda curiosidad tiene que ver con la esencia, con el alma del libro, es decir, con lo que me dice a mí como lectora. Esto no es necesariamente lo mismo que el mensaje que quiere mandar el autor al escribir, aunque a veces coinciden. Como explicaré al final, en este caso me costó encontrarlo. Hay veces que incluso no consigo captarla, que el libro no me dice nada y entonces sé que no es un libro para mí.

La novela y el propio estilo del autor se me hacen oscuras, pero no desagradables. Su prosa no suaviza esta negrura con lirismo o poesía en exceso y en ocasiones la lectura se torna dura. Pero no es gore ni molesta, puesto que tiene el punto justo de detalles escabrosos. El ritmo no me parece el típico de novela negra, sino que es casi costumbrista. Explica con cierto detalle y calma la vida, el día a día, de los personajes y se explaya en diálogos largos y  profundos. La narración es bastante lineal; con algún pequeño salto hacia el futuro, pues se cuenta en pasado, y muchas regresiones a lo acontecido anteriormente a los personajes, necesarias para entender dónde se encuentran ahora.

Algo que me llamó bastante la atención es que, tras leerla entera y releer fragmentos, no sé el nombre del protagonista, del chico que narra esta historia en primera persona. Ni se le escapa nunca a ninguno de los otros personajes ni recuerdo que el narrador se refiera nunca a sí mismo por su nombre. Me da la impresión de que esto no es casual y estuve especulando un rato sobre ello, pero no tengo idea en realidad de lo que se esconde tras un detalle tan significativo, si es que hay algo.

Creo que es una de esas historias que cuesta contar, que lleva su tiempo y su sufrimiento. Porque es negra sí, pero también muy intimista en su estilo. 'El grito  de los murciélagos' despierta emociones  en el lector de modo casi inevitable.  Yo me puse desde el mismo principio en la piel de nuestro protagonista, deseando saber más de él, imaginando que pasaría a continuación. Sin embargo, la trama no es muy predecible, intuyes cómo será el final pero no con certeza. Y sorprende bastante lo que va aconteciendo a sus personajes.
           
La novela se estructura en un prólogo, 7 capítulos sin título, únicamente numerados y una nota sobre el autor. El prólogo está firmado por otra escritora, Miriam Beizana, cuyas obras tengo el privilegio de conocer y comentar en este blog. Contiene también un par de citas, una de ellas sobre el sistema de ecolocalización de los murciélagos, que fue clave para mí, por cierto.

La portada es especialmente bonita y atrayente. Da la impresión de ser esa puesta de sol, ese momento en que asoman las estrellas y  los murciélagos echan a volar, aunque tal vez me equivoque y tenga otro sentido que se me escapa. Pero aún sin entenderla del todo, no puedo ignorar su belleza.

El protagonista, y narrador,  es un escritor indie, un autor autopublicado que, junto a su novia Marina, publica en Amazon sus colecciones de relatos. Su novia, unos años menor que el personaje principal, es ilustradora y le hace las portadas. Además trabaja dando clases y haciendo ilustraciones y portadas para otros escritores, entre otras ocupaciones. Él malvive como camarero, profesión  que parece no acabar de gustarle. Se trata de dos luchadores, una pareja fuerte y sólida que permanece unida en la adversidad. Pero Marina es más alegre y optimista, tal vez incluso más sensata. Nuestro protagonista es pesimista y tímido, rasgos que en ocasiones le crean problemas. Al hablar da la impresión de que duda constantemente y titubea, sus intervenciones en los diálogos están llenos de puntos suspensivos y muchas veces corta la frase a la mitad, cosa que no sucede con los demás personajes.

Oliver es el jefe del restaurante donde trabaja. Es un jefe atípico, un amigo para nuestro autor, el primero al que le confiesa que es escritor. Un día le ofrece un horario más flexible para que pueda escribir, propuesta que creo que pocos jefes llevarían a cabo. Y ahí empieza todo, porque  entonces irrumpe un viejo amigo en la vida del autor, Víctor. Él, que en principio solo quería escribir, se ve arrastrado por una especie de obsesión con su amigo. El amigo dista mucho de ser ejemplar.  En varias ocasiones se acopla en casa del protagonista aún sabiendo que es una molestia para ellos y motivo de discusiones entre la pareja.

Víctor es uno de los ejes de esta  novela. En él toma cuerpo uno de los temas principales de la historia, el paso de la niñez a la edad adulta, no siempre fácil, no siempre correcta. La frustación y la enfermedad mental tienen también su peso. El autor la trata sin remilgos, con crudeza incluso, la desnuda tal y como es. Se produce un contraste marcado en los diálogos entre el aparente aplomo y seguridad de Víctor, que es incluso arrogante, y el carácter más resevado, tímido e inseguro del protagonista. Los diálogos entre ambos tienen mucha fuerza.

Destacar también entre los personajes a Lola, una camarera muy joven que sufrió una relación tormentosa en el pasado y que saldrá un poco malparada en el amor de nuevo. En Lola, creo yo, se torna material otro de los temas importantes: la amistad. Aunque en principio parece que la temática de la amistad  recae más en Víctor, el personaje de Lola es clave para entender algunos aspectos de la relación entre los dos chicos. Y también para comprender la visión de esas relaciones  y la importancia que tiene la amistad para el protagonista.

El principio de la historia es, en mi opinión,  uno de sus puntos fuertes. Ya el título es enigmático y te hace preguntarte por qué se llama así la novela, pero el inicio te mantiene con la tensión correcta durante toda la trama. Hay varios interrogantes que no acaban de resolverse hasta el mismo final ¿Cómo llega el protagonista a la situación que se nos presenta al inicio? ¿Qué tiene que ver con el grito de los murciélagos? Durante la lectura se plantean también muchas preguntas, algunas no resueltas. ¿Conseguirá nuestro protagonista escribir al fin su novela? ¿Podrá vivir algún día de escribir? Pero las cuestiones fundamentales, en las que yo me encontré en el libro y que me llevaron a descubrir su esencia son otras.

Tardé bastante en captarlo y no fue durante la lectura, sino luego al divagar sobre ella para escribir el comentario. Esa interacción entre lectora y libro, eso que yo llamo alma, se contestó con dos preguntas: ¿Por qué gritan los murciélagos? ¿Qué tiene eso que ver con escribir o ser escritor? Esa es para mí la respuesta valiosa.  No os lo voy a desvelar, ya os di una pista muy importante. Si queréis descubirlo, adelante. Leed, y sobre todo, dejaos empapar por el mensaje de sus letras. Escuchad a los murciélagos chillar después de anochecer. 

Y como acostumbro os dejo con un par de frases que me llamaron la atención, entre muchas otras:

"¿Qué otro fin buscaba yo que no fuese que me leyeran?"

"Hasta de los peores ratos de la vida, de esos tan bajos, oscuros y malolientes que piensas que jamás te librarás de ellos ni los dejarás atrás, hay que sacar al menos una ínfima pizca de luz, de combustible para progresar: "




lunes, 5 de septiembre de 2016

Fragmento 3 de 'Viviendo en punto muerto'

Raúl se cansaba de estar en casa, eran las seis de la mañana y andaba de un lado a otro. Iba del salón a la cocina, de la cocina a su cuarto y le daba vueltas a la casa una y otra vez, angustiado y nervioso. No entendía que le estaba pasando, ni siquiera era consciente de que algo iba mal. Las ideas corrían atropelladamente, su mente iba de un pensamiento extraño a otro todavía más perturbador. Parecía un prisionero, un ratón en un laberinto.

Había perdido su móvil unas cuantas veces esa noche, no era capaz de recordar dónde dejaba las cosas. Su amigo Carlos le había llamado hacía horas para ir a tomar algo pero Raúl le colgó el teléfono sin siquiera despedirse. Solo quería dormir pero era incapaz de estar quieto el tiempo suficiente para conciliar el sueño. Se tumbaba en la cama, daba un par de vueltas y volvía a levantarse.

Su padre llegaría por la mañana muy tarde. Lo sabía de otras veces. Se había ido a cenar con unos clientes. El chico prefería no saber que hacía después.

El malestar aumentó de golpe, mientras estaba en el baño de su cuarto. Comenzó a sudar frío y a temblar. Además le empezó la taquicardia.  Abrió el grifo y se lavó la cara, se puso la mano mojada en la nuca y luego en la frente. Mientras las gotas de agua resbalaban por su rostro se repetía una y otra vez que no era nada, que se pasaría solo al cabo de un rato.

En los últimos meses le había ocurrido en varias ocasiones. La angustia le atrapaba para luego esfumarse dejándole agotado, pero esta vez no fue así.