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martes, 25 de octubre de 2016

Mojarse en la lectura

Cada vez miro más blogs y webs de reseñas y crítica literaria. Es lógico puesto que aquí escribo sobre libros. Trato de aprender sobre lo que leo, de profundizar en ello a través de la propia lectura, pero también de la percepción de otros lectores. En este proceso he encontrado grandes reseñadores y críticos, personas con criterio propio y un entusiasmo por los libros contagioso. De ahí salen muchas de las lecturas que tengo en mi lista, de las recomendaciones de esas personas. Aunque lo que más me gusta es leer sobre libros que ya leí.

También hay muchas webs que sigo pero no me acaban de convencer. No pretendo hacer una crítica destructiva hacia nadie, yo soy la primera en admitir mi falta de conocimiento, de soltura, de técnica... Y mil defectos que no soy capaz de ver. Pero he visto que la técnica se puede aprender (en ello estoy) mientras que la pasión, no. E incluso de esas webs aprendo aspectos que tal vez de otro modo habría pasado por alto. Aquí pretendo enunciar unas observaciones propias, no meterme con nadie, por ello no voy a citar a ninguno de esos blogs, portales o webs; ni para bien ni para mal.

 Al principio no sabía bien porqué esta insatisfacción con algunas de esas reseñas, lo que está claro es que no te puede gustar todo lo que lees; pero me puse a estudiar el tema. Vi que las reseñas tenían su estructura, casi siempre similar en todos los blogs o con elementos coincidentes. Ficha técnica, breve referencia al autor, sinopsis del libro, cómo dio con él el bloguero y opinión personal. Es algo que muchos utilizamos, una serie de puntos para guiarnos durante la redacción de las entradas. Eso también lo hago yo y no le veo nada de malo. Aprendí bastante de esos blogs. Pero lo que me molesta es que en esa breve opinión personal no se profundice. No tardé en darme cuenta de que el crítico no solía ser crítico en realidad, es decir, no se moja a la hora de opinar. Abunda el me gustó/ no me gustó (aunque suele ser ambiguo, suele ser un "sí, pero") y los motivos que lo fundamentan. Muchos valoran el libro con estrellas u otro tipo de puntuaciones. Pero casi nadie dice si el libro es correcto formalmente hablando, si es hermoso o habla de los valores éticos y filosóficos que trata.

Lo de la belleza es importante. Un libro puede gustarte y no ser precisamente hermoso, o puede no gustarte; pero reconoces su belleza porque es evidente. Y por belleza no hablo de las modas, que las hay incluso en el mundo literario, sino de belleza real e intemporal, de un escritor capaz de coger las palabras y hacer algo bello con ellas. Y hacerlo aún dándole patadas a la gramática o al diccionario y poniendo mal la puntuación, que he visto casos así, no muchos; pero los hay. No me refiero tampoco a estilismo o figuras retóricas, sino a esa belleza tan evidente que no hace falta explicarla, pues salta a la vista ¿Por qué al hablar de libros no se dice que son bonitos? Como mucho, hoy día eso lo dicen de la portada. Y me parece un poco triste.

Diréis que el concepto de belleza es algo subjetivo y os tengo que dar la razón, en parte al menos. Dónde yo veo algo hermoso otro ve un montón de frases sin sentido que no le dicen nada. Pero hay obras que están por encima de esas consideraciones y cuya hermosura cualquiera puede ver. Lo bueno es bueno, lo bonito es bonito.

Los blogueros más atrevidos  o entendidos se atreven con aspectos técnicos,  a relacionar el autor con otros escritores que han leído estiliscamente hablando y  a comparar la obra con otras del autor. Esas apreciaciones suelen ser valiosas, pues se trata de aspectos que en que no suelo fijarme por mi misma  Aunque suelen ser los menos, tampoco me refiero a ese tipo de opinión. Ni tan siquiera esos entendidos se atreven con la belleza.  Pero normalmente, las opiniones en blogs se quedan con el argumemto y poco más.  Entonces me surgen muchas más preguntas, ¿ es un fallo de no saber leer bien? ¿de no saber críticar? ¿Es miedo a abrumar al lector? ¿Miedo de quedar mal? ¿Será porque la belleza es algo que no se puede medir ni cuantificar de ningún modo?

Tras leer unas diez reseñas de un mismo blog, vi en esas entradas poca variación y poca implicación en la lectura. Esa interacción lector- libro, esa magia, brilla por su ausencia. Parece un problema de la base misma, de la lectura.  Y me parece una pena porque un libro tiene que irte empapando, tienes que mojarte en él, te tiene que calar hasta los huesos a medida que lo lees y reflexionas sobre él. Y llegarte adentro. Más allá de aspectos teóricos o técnicos, cuya importancia no niego.  Si escribes, algo de técnica tienes que saber.  Sin embargo, un libro tiene que ser como un alimento dónde el autor es el agricultor, a veces también el cocinero. Pero el lector es quién prepara esa comida, quién la corta, la mastica y la digiere. Y una pequeña parte se asimila, pasa a formar parte de él, de su energía y su estructura. Así esa obra deja una huella, por mínima y efímera que sea. Y unas pocas obras tal vez lleguen a dejarnos realmente huella, a influirnos como lectores y como personas.

El porqué no nos mojamos, no nos implicamos en la lectura y no afirmamos que algo es hermoso, aún cuando obviamente creemos que lo es, sigue siendo para mí un misterio. Tengo que aclarar que yo tampoco lo hago siempre con todos los libros. A veces me implico más a nivel personal (le puedo decir a alguien: "este libro es precioso") que en mis entradas. Y muchas veces leo literatura ligera y comercial (como un sandwich envasado) y no veo nada de malo en ello. No todo tiene que ser profundo.  Me entretengo cómo quién ve la tele o, más bien, la tiene como ruido de fondo sin prestarle demasiada atención y aprovecho para perderme en mi pensamiento. Y esos libros ligeros y de fácil digestión pueden tener cierta hermosura también, a su manera. Pero hay libros que te empapan, te atrapan sin querer, sin que puedas evitarlo. Esos libros suelen ser enriquecedores. Y hermosos, sobre todo, hermosos. El problema viene cuando tratamos de leer uno de esos libros maravillosos como quién tiene la radio de fondo o mira un folleto de las ofertas del super distraídamente. Es como si fuesemos a cenar a un restaurante de los buenos y en vez de comer y disfrutar con los sentidos, solo viésemos los platos y hojeasemos el menú, pero sin hincarle el diente a la comida.

Otro punto a tener a cuenta, y que puede ser la clave,  es la naturaleza misma de la reseña y lo que se pretende con ella.  En la mayoría de los casos escribimos sobre un libro para animar a las personas que nos lean a leerlo. Así, hay cierto temor al spoiler, a arruinar la lectura dando demasiados detalles del argumento, los personajes y las claves de la historia. Es este temor lo que en gran parte hace que mis comentarios sean superficiales. Y me gustaría cambiar eso, hacer las cosas de otra manera o hacer otra cosa, incluso.

El hacer algo diferente es uno de mis proyectos, que tal vez sea solo una locura. De esto os iré hablando en sucesivas "divagadas", de otro modo de ver y hacer las cosas.



lunes, 17 de octubre de 2016

Relato roto, número tres.

Ella me dice que escriba.
Cada vez que me ve baja de moral.
O llena de odio.
O colmada de miedos.
O vacía de esperanza.
Ella me dice que escriba.
Yo, que no sé contar historias, aporreo las teclas.
Maltrato las palabras.
Violento las letras.
Rasgo pensamientos en jirones de tinta electrónica.
Ella me dice que escriba.
El miedo se va escondiendo entre las teclas.
El vacío se torna pleno, pero espacioso.
La esperanza  no renace ¡Es innecesaria!
El odio, ¿qué era el odio?
Los miedos se tornan anhelos.
Ella me dice que escriba.
Como si no existiese nada más que este momento.
Como si nadie fuese a leer nunca lo que sale de mis intentos.
Como quién respira.
Ella me dice que escriba.
Y escribo.

lunes, 10 de octubre de 2016

Tránsito, de Connie Willis

"Nunca olvidaré la oscuridad y el frío"

Hoy os traigo la obra con la que descubrí a una de las autoras de ciencia ficción que más me gustan. Se trata de la norteamericana Connie Willis y la novela 'Tránsito', por la que recibió varios premios, entre ellos el Locus. Creo que no puede encuadrase del todo en la ciencia ficción, puesto que aunque trata temas científicos, la acción sucede en un presente fiticio pero muy realista. No crea un universo propio ni fantástico. La verdad, es que es una obra que me resulta difícil de etiquetar.

Se trata de un libro bastante largo, unas 1030 páginas en la edición de Ediciones B que yo compré  hace ya unos cuantos años. La foto que acompaña la entrada es la de esa edición de bolsillo y el libro está sobado de tanto releer fragmentos, como todos los libros que me encantan. Es lo que tiene el papel, se desgasta, pero conserva mucha magia en cada lectura. A pesar de su extensión, no se hace interminable sino que te deja con ganas de más, de saber que podría pasar con los personajes e imaginando posibles continuaciones.

En el principio del libro aparecen dos citas que nos adelantan un poco lo que va a venir, son muy metafóricas. Una es de una de las supervivientes del Titanic, que yo transcribo al comienzo de esta entrada, y la otra de Calímaco. Para mí ambas hablan de la muerte, como toda la obra en general. La novela se divide en tres partes y estas a su vez en unos 60 capítulos con un número y una cita significativa como título. Cada una de ellas está relacionada con la muerte o las últimas palabras de alguna persona conocida. Por ejemplo, en el capítulo 3 aparece la siguiente cita:  "¡Oh, mierda! Últimas palabras grabadas en la mayoría de las cajas negras tras un accidente de avión"

La protagonista indiscutible de la historia es Joana Lander, una psicóloga cognitiva que trata, con ciertas dificultades, de estudiar las ECM o experiencias cercanas a la muerte en el hospital Mercy General. Allí conocerá al doctor en psiquiatría Richard Wrigth que puede simular estas experiencias mediante una droga llamada ditetamina y pretende estudiar con un escaner TPIR el cerebro de sus voluntarios. Él necesita que alguien con experiencia entreviste a sus voluntarios y le diga si lo que ven es realmente una ECM. Ambos son jóvenes, entusiastas y están absortos en sus trabajos.

La cosa se tuerce cuando Joana descubre que la mayoría de voluntarios que tienen no sirven por diversos motivos, entre ellos porque son espías del señor Mandrake, que representa a los creyentes en la otra vida, frente a nuestros protagonistas que son investigadores serios y tratan de hallar  explicaciones racionales a estos fenómenos . El señor Mandrake es el autor de un betseller en el que explica las ECM mediante el testimonio de sus pacientes y que, según él, demuestran la existencia de otra vida. Es pesado a más no poder y fastidiará a Joana y a Richard en muchas ocasiones.

Cuando Joana descubre que, por temas burocráticos, van a tardar tanto en conseguir voluntarios que Richard puede perder su beca, decide hacer autoexperimentación y someterse ella misma a los efectos de la droga. Pero no ve ángeles, ni flota sobre su cuerpo, ni tiene una revisión de vida. Lo que ve es extraño y tal vez más pertubador.

Otro personajes fundamental es Maise, una niña con una enfermedad grave. Tienen que internarla a menudo en el hospital y se hace amiga de Joana (y acaba ganándose a todos) A la niña parece obsesionarle la muerte y los desastres, accidentes y sucesos donde muere mucha gente. Ayudará a Joana con su investigación. También descatar entre los personajes secundarios a Vielle, una enfermera amiga de nuestra psicóloga con la que ve películas en lo que ellas llaman "la noche del picoteo". El cine y los medios audiovisuales tienen una representación nada desdeñable en la obra, así como algunos libros y escritores.  Otro personaje importante y muy entrañable es un antiguo profesor de Joana, el señor Briarley. También, su sobrina Kit, aunque no puedo hablar de ellos sin desvelar totalmente la historia.

Los escenarios son diversos, siendo muy importantes el hospital y el estado de Colorado. Hay diversas escenas en diferente lugares, tanto en la ciudad como las montañas; pero hay una localización que hace de la obra algo especial y que  no voy a desvelaros porque es clave en la historia, junto al señor Briarley.

El libro tiene muchos toques de un humor fino e irónico muy típico de la autora, pero no llega a ser puramente humorístico. Tiene también su parte triste, de drama incluso. Y tengo que reconocer que me emocionó hasta las lágrimas en alguno de los capítulos. El ritmo es lento y pausado al principio, casi costumbrista. Describe a los personajes, al hospital y sus rutinas, sus vidas, de modo preciso pero extenso para que podamos empaparnos de ellos. Luego, se vuelve rápido y casi roza el thriller cuando la acción lo requiere.

 En cuanto a la tecnología es la propia de la época en que se escribió, no hay maravillas de la técnica futurista sino que el VHS convive aún con los buscas y los primeros teléfonos móviles. Tal vez lo más descatado sea el escáner que utiliza el doctor Wrigth o la droga ditetamina que emplean. No sé que conocimiento de los neurotransmisores había en ese momento ni que escáneres tenían disponibles en la realidad, pero da la impresión de que la autora se inventó un poco esos datos, si bien basándose en conocimientos reales. Como suele ser habitual en la obra de esta escritora, se nota el gran trabajo de investigación y documentación sobre temas diversos que lleva a cabo para sus novelas.

El azar, como en otras obras de Willis, juega un papel fundamental. Los personajes se ven irremediablemente atrapados en hechos que no pueden controlar y por un detalle en apariencia sin importancia sucede luego algo trancendental en la historia. Siempre hay casualidades, lo que da a la novela un toque muy real. Y en ocasiones hasta humorístico, hasta de comedia.

El final, para mí, debería ser a mitad del libro. No voy a fastidiároslo diciendo que ocurre, pero me da la impresión de que la autora, en vez de seguir una línea temporal casi lineal, podía haber hecho un par de cortes en la trama y flashbacks para que la historia enganchase más y fuese más entretenida. Si bien la tercera parte no sobra y está bien, se divide como en dos tramas y sabes de antemano como va a terminar una parte de la historia, mientras que la otra queda en una especie de suspenso, como sin terminar del todo. A pesar de esta crítica que le hago, el libro me encantó y leí todo lo que cayó en mis manos de Connie Willis.

Os dejo con un pequeño pasaje de la historia:

"-...te dicen que lo superarás-dijo Kit-.Lo sé. Y que es insano estar trastornado. Y que no deberías echarte la culpa, que no fue culpa tuya...
-Que no pudiste hacer nada-dijo él-.Pero es mentira. Si hubiera llegado antes, si hubiera tenido conectado el busca...-Se detuvo, temoroso de pronto de que ella fuera a decir: <<No podía haberlo sabido>>. Pero no lo dijo. "